jueves, 30 de abril de 2009

Correo a Semioticians de Francisco Umpiérrez

Veo al ser humano frente a los acontecimientos. Pero no todos los seres humanos participan por igual en esos acontecimientos. Algunos son sus actores principales y otros simplemente observadores. Algunos desempeñan un papel práctico y otros un papel contemplativo. Creo que presentar al ser humano frente a los acontecimientos sólo en su condición de intérprete es insuficiente para explicar la construcción semiótica del presente. No sé si la condición de intérprete debe necesariamente incluir los papeles de perceptor y significador, y si, además, deberíamos incluir también el papel de luchador. El mundo es una lucha. Y la lucha exige un continuo cambio en las interpretaciones y evaluaciones de los hechos que se quieren cambiar o revolucionar.Hablamos de sistemas semióticos vigentes y de sistemas semióticos disponibles. Hay una determinación social en esos sistemas semióticos. Parece que el individuo poco puede hacer ante el imperio de los sistemas semióticos vigentes, que dependen a su vez del imperio de los grandes medios de comunicación de masas. Pero también podemos pensar en una lucha contra esos sistemas semióticos vigentes, incluso por parte de los propios representantes del orden capitalista dominante, y ver en esa lucha la causa del cambio o de un posible cambios de esos sistemas semióticos vigentes. Por causa de la actual crisis parece que el sistema semiótico vigente vinculado al neoliberalismo, defensor del mercado ciego, está sufriendo serios ataques y sus significados sociales parecen estar sufriendo algunos sustanciales cambios. Expresiones como “intervención estatal” y “nacionalización”, palabras que huelen plenamente a socialismo, aparecen en la boca de los conservadores y defensores acérrimos del libre mercado.Se habla de los sistemas semióticos disponibles como el constituyente de la capacidad cognitiva del intérprete. Y gracias a esta capacidad cognitiva el intérprete puede conferirle significación al mundo y a su posición en el mundo. Aquí habría que casar la determinación social de los sistemas semióticos disponibles con la capacidad individual para conferirle significado al mundo. Creo que el significado del mundo, mejor, de ciertos aspectos del mundo, viene dado al individuo. Creo, además, que el sistema semiótico disponible incluye un determinado significado del mundo. Y creo, por último, que cuando se producen cambios sustanciales en los acontecimientos económicos y políticos, por ejemplo, como el cambio que supone la actual crisis, se abre la oportunidad al individuo de modificar los sistemas semióticos disponibles y con ello modificar el significado asignado al mundo. (Los intereses de los individuos, a lo largo de su vida, se desarrollan hasta constituir intereses comunes, y bajo esta forma luego son expresados como intereses ideales. Y la participación del individuo en la constitución del significado del mundo tiene esta característica: la expresión ideal de intereses comunes) Como les dije sólo quería expresar algunas impresiones y contribuir un poco a las demandas de Juan Magariños.

¿Qué se entiende por explicar? Correo enviado por Francisco Umpiérrez

En el campo de la investigación teórica suele ocurrir a veces que los conceptos no quedan bien delimitados. En ocasiones se establecen equivalencias indebidas o se producen intersecciones erróneas. Forzamos los conceptos. Forzamos incluso los hechos en la representación. Puesto que el pensamiento tiene el don de hacer con las cosas lo que quiera.¿Pero se debería permitir esta libertad en el ámbito del pensamiento teórico? Creo que no. La explicación, o mejor, la unidad explicativa, es un rasgo del pensamiento teórico. Y uno de los componentes de la unidad explicativa son las fundamentaciones. Hablamos en ocasiones que un pensamiento no está fundamentado o que está poco fundamentado. Y sólo cuando un pensamiento esté fundamentado, podremos afirmar que nos encontramos ante una explicación teórica.Hay explicaciones de otro género. Cuando alguien hace algo indebido o que no comprendemos, le decimos: “explícame por qué has hecho eso” Y observamos que cuando pedimos la explicación de algo, preguntamos por el por qué y no por el ser del hecho o acto. Igualmente preguntar por el significado de tal hecho o tal acto es preguntar por una de las modalidades del ser del hecho o del acto. Y cuando alguien dice lo que significa tal cosa o tal acto no necesariamente está dando una explicación de por qué eso significa lo que significa.Paso a transcribirles, como despedida, dos de las peculiaridades de las fundamentaciones según Husserl, contenidas en el capítulo 1 de sus Investigaciones Lógicas:Una: “Las fundamentaciones tienen el carácter de complejos fijos, por lo que respecta a su contenido. Para llegar a cierto conocimiento, por ejemplo, al del teorema de Pitágoras, no podemos escoger como punto de partida cualesquiera conocimientos de entre los inmediatamente dados; ni nos es lícito insertar en el curso restante del pensamiento, o excluir de él, cualesquiera miembros, si ha de brillar realmente la evidencia de la proposición a fundamentar, si ha de ser la fundamentación una verdadera fundamentación”Y dos: “En las conexiones de fundamentación no reina la arbitrariedad y el azar, sino la razón y el orden; y esto quiere decir, la ley regulativa”.Nociones importantes las que aprendemos aquí acerca de qué entendemos por explicar. En la explicación debe haber unidad y debe contener un pensamiento fundamentado. Y un pensamiento es fundamentado cuando no escoge cualquier punto de partida, cuando no inserta ni excluye en el curso del pensamiento lo que no va, y cuando en las conexiones entre las fundamentaciones hay razón y orden, esto es, ley regulativa.Cordialmente,Francisco UmpiérrezEn Las Palmas de Gran Canaria. 15 de julio de 2008

miércoles, 29 de abril de 2009

Correo a Semioticians

Veo al ser humano frente a los acontecimientos. Pero no todos los seres humanos participan por igual en esos acontecimientos. Algunos son sus actores principales y otros simplemente observadores. Algunos desempeñan un papel práctico y otros un papel contemplativo. Creo que presentar al ser humano frente a los acontecimientos sólo en su condición de intérprete es insuficiente para explicar la construcción semiótica del presente. No sé si la condición de intérprete debe necesariamente incluir los papeles de perceptor y significador, y si, además, deberíamos incluir también el papel de luchador. El mundo es una lucha. Y la lucha exige un continuo cambio en las interpretaciones y evaluaciones de los hechos que se quieren cambiar o revolucionar.Hablamos de sistemas semióticos vigentes y de sistemas semióticos disponibles. Hay una determinación social en esos sistemas semióticos. Parece que el individuo poco puede hacer ante el imperio de los sistemas semióticos vigentes, que dependen a su vez del imperio de los grandes medios de comunicación de masas. Pero también podemos pensar en una lucha contra esos sistemas semióticos vigentes, incluso por parte de los propios representantes del orden capitalista dominante, y ver en esa lucha la causa del cambio o de un posible cambios de esos sistemas semióticos vigentes. Por causa de la actual crisis parece que el sistema semiótico vigente vinculado al neoliberalismo, defensor del mercado ciego, está sufriendo serios ataques y sus significados sociales parecen estar sufriendo algunos sustanciales cambios. Expresiones como “intervención estatal” y “nacionalización”, palabras que huelen plenamente a socialismo, aparecen en la boca de los conservadores y defensores acérrimos del libre mercado.Se habla de los sistemas semióticos disponibles como el constituyente de la capacidad cognitiva del intérprete. Y gracias a esta capacidad cognitiva el intérprete puede conferirle significación al mundo y a su posición en el mundo. Aquí habría que casar la determinación social de los sistemas semióticos disponibles con la capacidad individual para conferirle significado al mundo. Creo que el significado del mundo, mejor, de ciertos aspectos del mundo, viene dado al individuo. Creo, además, que el sistema semiótico disponible incluye un determinado significado del mundo. Y creo, por último, que cuando se producen cambios sustanciales en los acontecimientos económicos y políticos, por ejemplo, como el cambio que supone la actual crisis, se abre la oportunidad al individuo de modificar los sistemas semióticos disponibles y con ello modificar el significado asignado al mundo. (Los intereses de los individuos, a lo largo de su vida, se desarrollan hasta constituir intereses comunes, y bajo esta forma luego son expresados como intereses ideales. Y la participación del individuo en la constitución del significado del mundo tiene esta característica: la expresión ideal de intereses comunes)Como les dije sólo quería expresar algunas impresiones y contribuir un poco a las demandas de Juan Magariños

.Cordialmente, Francisco Umpiérrez




domingo, 26 de abril de 2009

SEMIOTICA UNA Y BINARIA

Paolo Fabbri con Sergio Benvenuto
(traducción de Susana A. C. Rodríguez)

Nuestra conversación gira sobre semiótica y semiología. Algunos se preguntan si semiótica o semiología son la misma cosa o dos cosas diversas...

Semiótica y semiología son dos disciplinas que estudian el funcionamiento de los signos y de su significación en la vida cultural y social. La diferencia entre los dos nombres tiene una valencia histórica (primero se habló de semiología, en Europa al menos, luego de semiótica) pero también una aplicativa y de reflexión metodológica. Del punto de vista aplicativo, la semiótica pretende estudiar el funcionamiento de la significación desde el punto de vista del conocimiento; la semiología, en cambio, estudia los signos. En otros términos, la semiología está orientada hacia un estudio de los lenguajes y las categorizaciones sígnicas: la diferencia entre un signo verbal, un signo visual, un gesto o un film; la semiótica, en cambio, se interesa más en los sistemas y en los procesos de significación.

Podemos tratar de hacer una reconstrucción histórica de ambas en tanto se conectan aunque en cierto sentido son distintas. ¿Dónde, cuándo y en qué contexto cultural nacen estas dos ciencias?

La reflexión sobre la problemática del signo, y especialmente del signo lingüístico, acompaña toda la cultura y toda la filosofía occidental. Como disciplina autónoma (como intento científico de clasificación y de conocimiento metalingüístico) esta se constituye junto a la lingüística moderna como disciplina filosófica, pero sobre todo científica, en el período de fines de la Primer Guerra Mundial con la enseñanza de Ferdinand de Saussure. Las disciplinas semióticas, intentaron, al menos en su inicio, extender y expandir los métodos con los cuales la lingüística estudia el lenguaje a los otros sistemas sígnicos, y volver con interés sobre los estudios filosóficos y lingüísticos que precedieron al descubrimiento saussuriano. Desde este punto de vista, hay hoy una disciplina fecunda de estudios de semiótica, de filosofía del lenguaje y filosofía de los signos, por así decir, que se remonta a la cultura griega según la tradición clásica de nuestra historia de la filosofía.
Además de Saussure, en el pasado siglo emerge Charles Sanders Peirce, fundador de la semiótica en los Estados Unidos. Peirce fue el más grande pragmatista americano, fundador de una tradición que continúa hasta hoy. Una de las actividades de este filósofo (que es también un gran epistemólogo, sobre todo un gran teórico de la ciencia y el conocimiento) fue organizar todos los sistemas de signos de una manera compleja y diferenciada.

¿Cómo se diferencia la aproximación peirciana, la clasificación y funcionamiento de los signos, de la saussureana?

Peirce está interesado en los problemas del conocimiento y centra su atención sobre una problemática de tipo clasificatorio, pero también sobre la modalidad cognoscitiva epistemológica, gnoseológica: por ejemplo, centra la noción de signo en la noción de transferencia e inferencia. Para Peirce un signo es una cosa que está en el lugar de otra bajo algún aspecto y propiedad. En otros términos, el signo es siempre relacional, pero para pasar de un signo a otro son necesarias operaciones cognitivas y epistemológicas de carácter inferencial.
La teoría peirciana es una teoría de la transposición entre signo y signo; en este sentido, el significado no es intrínseco, sino transpositivo, pero a través de la modalidad inferencial clásica. Para Peirce, una extensión de la modalidad aristotélica de la inferencia (por ejemplo la deducción y la inducción) llevan a definir como específicamente semióticos los procesos, las operaciones del pensamiento de tipo abductivo, en el cual, sin partir ni de leyes generales para arribar a fenómenos particulares, ni de los fenómenos particulares para inferir leyes generales, con un fenómeno combinatorio, con una hipótesis hipotético deductiva, se intenta pasar de un signo a otro, anticipando las leyes generales hipotéticas y luego verificándolas.

¿Podría dar algún ejemplo sobre la abducción en relación con las otras dos inferencias, deducción e inducción, de modo de hacer entendible la novedad de la propuesta de Peirce?

Mientras la deducción es una disciplina tautológica (ejemplo: sabemos que todos los hombres son mortales, luego sabemos que Sócrates es un hombre, entonces el descubrimiento que Sócrates es mortal no produce ningún estupor) la inducción está necesariamente limitada desde el punto de vista del conocimiento. Por ejemplo, sabemos que el conjunto de todos los datos del mundo no podrá constituirse en una ley general, porque siempre es posible adjuntar un nuevo dato diferenciado que desmentirá nuestra hipótesis.

Profesor, ¿puede dar un ejemplo banal y simple de inducción clásica?

Bien, si todos los cuervos que encontramos hasta hoy son negros, tenemos una ley del tipo: todos los cuervos son negros. Pero si alguno llega un día con un cuervo blanco, la ley cae inmediatamente. Así la pretensión de verdad de la inducción está limitada a una desmentida que puede darse con un único ejemplo. ¿Qué valor tiene la abducción? Esta hipótesis, que ha sido fructífera para el pensamiento, por ejemplo, de Umberto Eco, ha construido con la teoría de los mundos posibles, una de las bases de la propia reflexión, representa un modo de llegar a la verdad no por vía gradualmente inductiva sino a través de algunos datos insuficientes para crear una ley. Se hace, así, la hipótesis de una ley general, y se desciende luego para probar los datos. Un ejemplo que Eco da a menudo (extrapolado del pensamiento de Peirce) es la práctica de la novela policial, donde a partir de pocos indicios se anticipan los cultural y generalmente valederos y luego se llega a la verdad. Decimos entonces: un marido mata a la mujer porque tiene necesidad de dinero.
Los intereses y las pasiones constituyen desde Aristóteles un excelente modo de razonamiento. Estaba rabioso, luego... De este aspecto hablamos a propósito de la problemática de Peirce, es decir, la reflexión sobre los signos en cuanto reenvío inferencial. La semiología parte de un punto de vista absolutamente diverso y la convergencia con la semiótica peirciana constituye un problema. La semiología parte de una base lingüística y se define, al menos en las primeras aplicaciones (por ejemplo las de Barthes) como una translingüística[1], eso es como un modo de aplicación de categorías del lenguaje a otros sistemas sígnicos, para hacerlos inteligibles. Se habla de una sintaxis de las imágenes para definir los modos de relaciones que las imágenes tienen entre sí. Se habla de metáfora, noción elaborada en el interior de una teoría lingüística amplia, retórica o literaria, para extrapolarla a la gestualidad.
En otros términos, en su inicio, el primer movimiento semiológico es de extrapolación y de extensión del conocimiento. Se intenta, de manera forzosa, aplicar analógicamente a los sistemas de expresiones diversos del lenguaje, categorías elaboradas desde el lenguaje. Por ejemplo, ¿existen “cinemas” como existen “fonemas”, existen unidades visuales del cine idénticas a la unidad sonora del lenguaje? Evidentemente se trata de operaciones especulativas e hipotéticas que se someten a desmentida y a verificación. Por una largo período, este tipo de hipótesis iniciales de verificación translingüística constituyeron una aplicación de una cierta importancia. Esto significaba que en el ámbito semiológico cada signo era tratado más o menos como una palabra, para ser más preciso, como un elemento del léxico, porque la semiología se pensaba como una lexicología de los signos.
Un descubrimiento radical de la semiótica, como segundo momento de la semiología, lo constituyó el estudio de la teoría narrativa. Esta hipótesis no es sólo válida para la literatura, se puede sostener que en las relaciones lenguaje-realidad, signos-realidad, el problema de base no está en las relaciones entre un signo, una palabra y lo real, sino que el acto de referencia a la realidad mediante signos y lenguaje es un acto compuesto por el acto sígnico o acto lingüístico, esto es, la referencia pasa a través de acciones lingüísticas de talla diversa a las palabras.

¿Puede dar algún ejemplo de narraciones, análisis de cuentos, para entender qué cosa significa esto en la práctica?

El análisis narrativo comienza en semiótica cuando Greimas, semiólogo lituano que vivía en Francia, aplica una técnica de reconstrucción lógica presente en la investigación de Vladimir Propp, folklorista ruso que, en el ámbito del Formalismo, intentó reconstruir una especie de morfología de los cuentos maravillosos. Propp había intentado reducir las fábulas del folklore ruso, un cierto género de fábulas y cuentos de magia, a una serie regulada de disposiciones de elementos sucesivos. Greimas reorganiza esta tipología empírica e intenta extrapolar una serie de comportamientos, de acciones y de interacciones de acciones, es decir, de intrigas, que serían antropológicamente generales.
Esta operación es de gran importancia, porque diferencia de inmediato el problema de la significación del aspecto lexical o translexical y lo ha puesto en el nivel del sentido, al nivel de una sintaxis de los elementos del sentido, entendiendo por sintaxis las reglas de acciones que aúnan los componentes narrativos. Sacar el acento de los elementos sígnicos, de sus articulaciones por códigos, y ponerlo en la combinatoria de los elementos constituyó un progreso no sólo por la definición de referir, que preocupaba a lógicos y semióticos. El acto de referencia al mundo no es un acto por el cual una palabra envía a la cosa, un signo a la cosa, sino que es un acto configurante, como diría Ricoeur, por el cual una organización de sentido, narrativamente articulada, reenvía a un mundo semiótico.
Efectivamente, si vemos esto desde afuera, el hecho de que los intereses de la semiología pasen de la doctrina del signo a la narración podría hacer pensar que en realidad se ocupa siempre menos de la cuestión del sentido, de la relación significante-significado y se ocupa más de construir paradigmas; en efecto es muy difícil entender qué cosa puede querer decir “un cuento tiene un sentido”. Ahora bien, entra en juego aquello que en los sesenta se llamó “estructuralismo”.

Según usted, ¿el estructuralismo, muy ligado a la experiencia de la semiótica, tiene que ver con este giro, en tanto se interesa por la narración o son dos cosas independientes?

El problema es que el estructuralismo es un movimiento general que se afirmó en diferentes ciencias, humanas y no humanas, que pone en evidencia más que los términos, la problemática de las relaciones entre los términos. Si se acepta esta definición de estructuralismo, lo interesante de la semiótica es haber intentado extender la problemática de las relaciones no sólo entre las formas, como el gestaltismo lo hizo, sino a las cuestiones del contenido. La idea de fondo es que el contenido, no la realidad, sino el contenido del signo está también articulado. Este tipo de articulación puede ser descripta sea en términos paradigmáticos, esto es por oposición y correlación, sea en términos sintagmáticos, esto es por movimiento y transformación.

¿Qué significa la distinción entre sintagmático y paradigmático?

Está claro que nuestro modo de expresarnos es de tipo secuencial. Las palabras que yo he dicho no están ya presentes en el discurso y mi discurso se configura como una secuencia de signos cuyo significado aparece a posteriori. Ahora, otro modo de organización del signo es el analítico que supone una descomposición de la secuencia del discurso y de la organización de categorías que, por ejemplo, permiten luego de una larga conversación clasificar el conjunto de adjetivos, verbos, sustantivos y artículos que he usado.
En este caso todas las categorías sintácticas serían los paradigmas que formarían las reservas al interior de las cuales opero una elección para disponerlas sintagmáticamente. Se trata de un fenómeno muy importante, el paradigma, porque podemos decir que aquello que conocemos, nuestro conocimiento lingüístico, archivado o no en nuestro cerebro o en la representación que podríamos llamar mente, es de tipo paradigmático. Tenemos una serie de conocimientos de tipo paradigmático y la sintaxis es en cualquier medida un modo de creación de ritmo, de disposición, de escansión y de proceso, que introduce nuevas relaciones de sentido sobre paradigmas que están a nuestra disposición y que constituyen, como decía Saussure, el tesoro de nuestra lengua.

Si pudiéramos volver a las relaciones con el estructuralismo, ¿cómo es que el destino de la semiótica parece ligarse a la fase estructuralista en las ciencias humanas? ¿Qué aporte ha hecho la semiótica a las otras ciencias humanas en su fase o tendencia estructuralista?

La semiótica es una disciplina que, estudiando los métodos de construcción, de destrucción y de disposición del significado, evidentemente ha puesto la ciencia del hombre como su elemento privilegiado. Pero también las ciencias naturales, en la medida en que se describen; en este sentido el objeto de la semiótica, que es el lenguaje, permite acceder no a la realidad en directo, sino al modo en el que esta realidad es descrita por las ciencias naturales. En cada caso, todos los fenómenos de construcción de la significación pueden ser pasibles de tratamiento semiótico. El hecho de que el estructuralismo sea definido como una disciplina que inauguraba una mayor atención al problema del código, paradigmática, por sobre la tendencia historicista de tipo sintagmático, el hecho de que por cierto período el estructuralismo haya puesto en evidencia la dimensión relacional entre los signos, ha representado la base del encuentro con la semiótica.
La semiótica todavía está definida como una disciplina más ambiciosa pero en cierto sentido limitada: más ambiciosa porque la cuestión del significado envuelve gran parte de la reflexión filosófica sobre la constitución del sentido. Por eso parte de la semiótica ha tomado un giro filosófico. Hay hoy una filosofía del signo que no utiliza la problemática técnica del análisis de los instrumentos semióticos, exactamente como hay una filosofía del lenguaje que ignora de manera absoluta las categorías construidas por la lingüística.

¿Qué espera la otra semiótica? Me parece que se han dado dos tipos y que usted ha hablado de uno solo...

La otra hipótesis de la semiótica es aquella que la pone como una metodología para las ciencias humanas, como un método que procura organizaciones conceptuales, que son en parte construidas a partir de los resultados y de los descubrimientos en las ciencias humanas –psicoanálisis, antropología, sociología, psicología- pero que de otra parte utiliza estas ciencias como fondo conceptual que pueden ser organizados en modelos y reaplicados con criterios de descubrimiento a las ciencias humanas. De aquí que hay una jerarquía que describiré de este modo: el lenguaje semiótico tienen un estrato teórico, un estrato de método y un estrato aplicativo. El estrado aplicativo se da por el conocimiento de los textos, entiendo por textos también los gestuales, visuales, cinematográficos, etc; un nivel superior, metodológico, que controla por así decir, y hace coherentes entre si, los métodos de las aplicaciones, y un nivel teórico, que reflexiona sobre las categorías fundamentales que están en el reconocimiento del método.
Le doy un ejemplo inmediato, que es el sujeto –objeto: definir hoy el sujeto-objeto es arduo, a menos que se acepte una interdefinición entre los dos elementos y el estudio de la interdefinición de conceptos como, por ejemplo, acción-pasión, acción-comunicación, que se constituyen como partes del nivel téorico. Observaremos sin dificultad que el nivel teórico (reflexionar sobre acciones o pasiones, comunicación o acciones, sobre sujeto u objeto) es en realidad ya un nivel filosófico, en otros términos, la teoría está unida a una definición filosófica.

¿Qué rol tiene la oposición en semiótica?

Como la semiótica es una disciplina fundada sobre relaciones, evidentemente las grandes categorías lógico-relacionales, cuales son las que se extrapolan del lenguaje y precisamente de las conjunciones, “y”, “o”, constituyen caracteres privilegiados de su tratamiento. La dimensión sintagmática privilegia la relación consecuencial (la “y”) mientras la estructura paradigmática privilegia las oposiciones; naturalmente sobre la naturaleza y la complejidad de estas oposiciones se han construido discursos filosóficos que las fundan o las revocan, pero de otra parte, estructuras metodológicas que consienten en organizarlas y simplificarlas. Por ejemplo, el investimiento opositivo, para el cual el blanco y el negro son opuestos, se esfuma si se piensa que hay categorías como el no blanco y el no negro, o que hay categorías que permiten reunir juntas categorías como “ni blanco ni negro” o “blanco y negro”.
En otros términos, metodológicamente la teoría consiente producir modelos hexagonales, que a partir de una oposición mínima difuminan y hacen complejas las oposiciones. Sería un error decir que la semiótica es una disciplina esencialmente binaria. Los principios de las oposiciones son binarias, pero la aplicación va más allá. La afirmación inicial de Jakobson de que cada forma de inteligibilidad se hace por oposiciones, surge de una oposición gramatical y lexical fundamental. Todo el léxico está organizado por sinonimia y antonimia, esto es, por elementos con consonancia de significado o con oposiciones de significado.

Cuando Saussure habla de semiología, efectivamente parte de la idea de un sistema, se da como presupuesto de una lingüística o una semiología científica desde que este conjunto de relaciones entre signos constituye un sistema. Ahora, el concepto de sistema tuvo éxito en nuestro siglo, más allá de la lingúística y de la semiótica. ¿Qué diferencia hay entre este sistema del que se habla en tendencias sistémicas y el de la semiología y semiótica?

La tesis fundamental de la semiótica es que no hay un solo sistema. En la sociedad por definición, la significación está caracterizada de diversos sistemas entre sí en condición de transposición y de traducción. Esta versión de la semiótica es capaz de conservar los aspectos de código (organización sistémica del lenguaje) y rendir cuenta de la complejidad de la interacción entre códigos, y de otra parte, otros tipos de códigos y la actividad de traducción entre éstos.

¿Código y sistema son para la semiótica la misma cosa?

No, sistema y código no son la misma cosa. El sistema puede ser puramente paradigmático, puramente disjuntivo. Por ejemplo, todas las vocales de la lengua italiana forman un sistema, aunque en este sistema no se contemple el hecho de que en italiano no se puede poner la “n” delante de la “p”. La introducción de la regla que no se puede hacer eso o que no se puede poner cuatro consonantes seguidas al inicio de una palabra que precede una vocal, son reglas y se introducen porque forman parte del código, pero no son sistémicas. Esto es, en la definición del sistema hay suficientes criterios distintivos, para entender qué es un código es necesario introducir las reglas de combinaciones.
En otros términos, la semiótica estudia simultáneamente el aspecto paradigmático y el sintagmático, las disjunciones categoriales[2] y también las reglas de compatibilidad e incompatibilidad combinatoria. Esta es una diferencia fundamental. La otra diferencia es que la semiótica estudia lenguajes naturales, sistemas de signos naturales, como la gestualidad de los sordomudos.

Pero se puede objetar que la semiótica se ocupa también de narraciones o textos literarios que no son sistemas naturales.

No, las narraciones, que se pueden contar oralmente, tanto como a través de un ballet, con los gestos y con la música, son construidas sobre la base de la lengua natural. Piense en la poesía, donde las reglas de traducción y de violación poética tienen en cuenta necesariamente las reglas de base de la prosodia natural de la lengua. Por otra parte, es verdad que la lengua es un carácter natural y que las operaciones codificadoras no son naturales; no hay un código natural de la lengua. Es a través de los códigos descriptivos, esto es, metalingüísticos, que describimos los sistemas naturales e intentamos darles homogeneidad e inteligibilidad.

Profesor Fabbri, ¿qué es metalenguaje?

Por metalenguaje se entiende la construcción de un lenguaje descriptivo que rinde cuenta de los fenómenos del significado. Por ejemplo, cuando se dice “París tiene dos sílabas” y “París tiene siete millones de habitantes”, la diferencia fundamental es que cuando decimos lo segundo hablamos de la ciudad, mientras que cuando decimos lo primero hacemos mención a la palabra París que está compuesta por dos sílabas. Decir, por ejemplo, que nosotros hablamos por medio de palabras ya es metalenguaje: las palabras son el modo con el cual nosotros hablamos porque hemos decidido hacer las palabras distinguibles.
Las distinciones que hacemos, por ejemplo, entre sintaxis, gramática, morfología, léxico, representan categorías que construimos, que datan de mil quinientos años. La característica fundamental del lenguaje respecto al metalenguaje es que el lenguaje natural no tiene necesidad de interdefinición; el metalenguaje debe ser interdefinido, cada elemento del metalenguaje debe ocupar, respecto de otro, una distinción significativa que lo haga inteligible respecto del otro. Si decimos “sintaxis” y luego decimos “morfología” debemos explicar que la morfología es el sistema de las formas y la sintaxis el sistema de los modos como estas formas pueden ser combinadas.
El metalenguaje representa un nivel en el cual la lengua misma se interroga dentro de si y separa algunas de sus partes para poder organizar y comprender mejor. Nuestro lenguaje no sería homogéneo si no tuviésemos categorías internas a él mismo que lo hicieran inteligible. También podemos hacer la misma operación a través de otros sistemas de signos; podemos dividir nuestro lenguaje en categorías, por ejemplo, lógicas, sirviéndonos de una caracterización matemática; aún así veríamos un alto nivel de lengua que controla el primero. Esta es una de las características extraordinarias de la lengua: ser al mismo tiempo la gran fuente de las categorías para pensarse a sí misma.

Cuando usted dice que el estudio semiótico de algunos sistemas de textos, por ejemplo visuales, de imágenes de la danza, y de otras cosas, en un cierto sentido son posibles porque todos participan de la lengua, ¿qué quiere decir? ¿Quiere decir que todos estos sistemas de signos tienen puntos en común con la lengua hablada, y que en realidad están todos en el mismo plano, o que debemos presuponer la lengua hablada como más fundamental, como originaria respecto a cualquier otro sistema de signos y que la lingüística en este sentido sea más semiótica que cualquier otra cosa?

No. Es evidente que nosotros podemos decir que en nuestra cultura el lenguaje se desarrolló de una manera particular y que el lenguaje verbal legó la sintaxis (porque en el fondo la sintaxis no es otra cosa que haber delegado un cierto número de signos lingüísticos a la organización de los propios signos) consiguiendo una característica superior de inteligibilidad. Pero esto no es del todo exacto, primero, porque existen otros sistemas de comunicación importantes desde el punto de vista del significado, pensemos que parte del significado no es sólo cognitivo, conceptual, sino afectivo: se puede decir, por ejemplo, que una altísima cantidad de significado pasa a través del olor, con su específica organización, mientras que no pasa a través del lenguaje, en casos muy específicos lo contrario es siempre posible.
Por otra parte, la experiencia del estudio del lenguaje de los sordomudos ha ofrecido una experiencia curiosa, se reparó en que algunas categorías fundamentales de la gramática, que creíamos propias de la lengua, como el tiempo, o la modalidad, el aspecto, el punto de vista, se encuentran en el lenguaje de los sordomudos. Naturalmente podría hacer pie la hipótesis que el lenguaje de los sordomudos tiene características propias porque debió adaptarse a la ausencia del lenguaje verbal; todavía esto puede conducir a la conclusión mucho más importante de que algunas categorías que pusimos a punto reflexionando sobre el lenguaje son en realidad mucho más profundas, es decir, que las mismas categorías de tiempo, espacio, aspecto, subjetividad, son categorías generales de todos los sistemas de signos, que se hacen solamente más específicas a su modo en el signo lingüístico. De qué manera se da la especificidad para los otros sistemas de signos es lo que se trata de estudiar: cuáles son sus fundamentales mecanismos de significación.
Doy un ejemplo que me parece persuasivo; existe, en la estructura de la narratividad verbal, una base mínima: la cualificación inicial. El héroe se cualifica para cumplir la operación –una acción fundamental que es su hacer; el héroe realiza la operación y muy a menudo un tercer momento adviene, la glorificación, según la cual el héroe y su performance son reconocidos o desconocidos. Esta operación, que es subyacente a millones de narraciones, es una verdadera regla gramatical muy elemental (aunque otros tipos de configuración sean posibles): se reencuentra en el perfume y en el catar el vino: cuando se percibe el perfume se siente que hay una apertura preliminar, hay una “cabeza” del perfume, que hace competente la nariz, la abre, por así decir, luego llega el cuerpo, como se dice, es decir, el olor verdadero y propio; sobre el fondo del olor aparece a veces una coda[3], que se califica respecto al olor precedente.

Se puede decir que también el perfume quizás sea un signo...

Quiero decir que el perfume es un signo dotado de significado, pero que se explica según modos que no son de tipo lexical. Si hay un gustar inicial, un momento preliminar cualificante para la boca, que abre por así decir las papilas, entonces sucede por el sabor del vino aquello que se llama el retrogusto, el momento en el que sobre el fondo del sabor aparece un sabor final que cualifica y que cierra la secuencia. Podemos preguntarnos si cuando hacemos estas operaciones con el vino, con el perfume, no estamos solamente extrapolando la narratividad lingüística sino aplicando a un sentido la sintaxis de otro. Es esto lo que se llama sinestesia.


(Esta entrevista forma parte de la Enciclopedia multimedial de las ciencias filosóficas, una obra realizada por la Rai-educacional en colaboración con el Instituto italiano para los estudios filosóficos y con el patrocinio de la UNESCO, del Presidente de la República italiana, del Secretario General del Consejo de Europa. El objetivo es difundir en el mundo las nuevas formas de expresión y comunicación social actuantes en la técnica, en la filosofía en su desarrollo histórico y en los términos vivos de la cultura contemporánea. Para ulteriores informaciones puede visitar el sitio Internet: http://www.emsf.rai.it)

[1] N.de la T. Aquí hay que tener cuidado con la palabra translingüística que en otro contexto significa no una lingüística que va más allá de sí misma, sino una lingüística atravesada por otras teorías no lingüísticas (Bajtin, teoría del discurso, etc).
[2] De las que habló antes, cuando mencionó la multiplicación de oposiciones: blanco/no blanco; blanco/negro; no blanco/no negro, etc. La junción es un eje categorial sobre el cual se perfilan la conjunción y la disjunción. (Nota de la T.)
[3] (Del lat. «coda [cauda]».) *Cola. (En esta acep., a través del it. *Música.) Trozo que constituye el final
de una pieza y es frecuentemente la repetición de uno de los motivos más salientes de ella. Dic. de María
Moliner (N. de la T.)

Trabajo Practico Nº 2

Texto de Pérez de Medina y dos textos de Zechetto (sobre Saussure y las dos generaciones de la semiótica)

1. ¿Por qué la lengua es un sistema?
2. ¿De que forma parte el sistema de la lengua?
3. Dé ejemplos de otros sistemas fuera del lingüístico.
4. ¿Por qué la lingüística forma parte de la Semiología?
5. Explique con sus propias palabras por qué es relacional la perspectiva respecto al funcionamiento de la lengua.
6. Enumere y explique las dicotomías que sustentan el estructuralismo lingüístico.

Trabajo Practico Nº 3

Fecha de entrega: 08 de mayo

Consignas:

Lea con atención el texto de Roland Barthes, “El mito, hoy” (p. 8 a 13 de la cartilla). De acuerdo con la afirmación de Barthes “el discurso escrito, así como la fotografía, el cine, el reportaje, el deporte, los espectáculos, la publicidad, todo puede servir de soporte para el habla mítica” seleccione ejemplos fuera de los reportajes provistos por la cátedra y resérvelos para un posterior análisis.


Deténgase en uno de los reportajes provistos (“Sólo para hombres”, “Lujo con disimulo” o “Caravana de llamas.com) y detecte, según la terminología de Barthes, el lenguaje objeto y el metalenguaje (“o mito, o segunda lengua en la cual se habla de la primera”).


Avance un poco más y explique cuál es el significante o forma (lengua/ mito), cuál es el significado (concepto) y cuál es la significación en el reportaje elegido.


En cada uno de los casos, ¿qué historia se está ocultando? ¿de qué modo se produce la identificación y exclusión del otro?, ¿cuáles son las distorsiones y desvíos del texto mítico?, ¿cómo identifica la tautología? ¿en qué aspectos reconoce la verificación del “buen sentido burgués”?


De los ejemplos que usted encontró seleccione uno para el análisis. Según Barthes “el concepto mítico es mucho más pobre que el significante […] la insistencia de una conducta es la que muestra su intención”, piense en esto para establecer las relaciones entre los ejemplos.